Dibujo con luz

Un año quedó atrás desde nuestro primer desembarco en Cerro de las Cuentas. Atrás quedaron muchas cosas buenas y de las otras, que ayudaron a crecer al proyecto y a nosotros como individuos. Un año pasó desde aquel viernes 21 de octubre a las once de la noche cuando partimos a dedo por la ruta ocho rumbo a Cerro de las Cuentas para dar una charla al otro día en el CAIF del pueblo. Fueron 18 horas y media casi sin parar, descansando de a ratos, comiendo mucha banana, tomando mucha agua y dejando suelas de zapato por la ruta. Recuerdo que cuando llegamos ya nos estaba esperando Leonardo Borba, de la Fundación Quebracho, para llevarnos en la camioneta a dar esa charla en el CAIF. Fueron trece gurises, el mismo número con el que terminamos la experiencia con talleres de fotografía en Piedras Blancas. Vaya número insistente.

Mientras caminábamos en la ruta recordé algunas cosas que me había comentado por correo electrónico Claudio González, un argentino medio ramón como nosotros, que da talleres de fotografía en las montañas, revelando en los arroyos, escuelas y celdas de comisaría donde se lo permiten. Él siempre dice que encontró una frase-amuleto que utiliza para saludar a todo el mundo: “dibujo con luz”. Frase que adoptamos con Alejandro cada vez que hacíamos dedo a un vehículo que se acercaba en la ruta con la esperanza de que nos levantara. No podemos ni debemos olvidar que nos encontramos con Luna y su familia cuando nos dirigíamos a Melo por la ruta ocho saliendo de Minas, con un sol que hacía delirar. A partir de ese momento nuestras vidas cambiaron. Ese encuentro en medio de la ruta fue el verdadero punto de partida de lo que hoy somos y hacia donde vamos con este proyecto de democratización y alfabetización de la imagen.

Después, nos encontramos con otra pareja que, según nos confesaron después de dejarnos en Melo, nunca hasta ese momento habían levantado a nadie que estuviese haciendo dedo en la ruta. Son éstas anécdotas y señales a la vez; como tantas otras que nos ha tocado vivir a lo largo de este viaje. Decimos, y nos encanta repetirlo siempre, que este viaje es más que un viaje, es un viaje de ida sin retorno. Hacia la utopía de que todos seamos fotógrafos y podamos hablar el mismo lenguaje, el de la imagen, esa que transmite y nos identifica siendo memoria a la vez. La misma que hoy nos permite recorrer todos esos rincones olvidados de nuestro país, redescubriendo nuestra gente con sus alegrías, inquietudes y necesidades evidenciadas por ellos mismos a través de sus imágenes. Por eso cuando terminamos los talleres con Alejandro siempre nos queda la interrogante de saber quién aprende más de quién.

Feliz cumpleaños y... ¡dibujo con luz!