jueves, mayo 25, 2006


Llegamos al último taller por este año en Cerro de las Cuentas. Contentos y emocionados por haber dado lo mejor, tal como dice una de las máximas scouts.
Fueron más de 2040 kilómetros recorridos en un mes, yendo y viniendo, compartiendo madrugadas cargadas de mochilas repletas de materiales para el taller, y con esa constante incertidumbre de si nos habíamos olvidado de algo, así fuera del detalle más pequeño pero tan importante para la actividad.

Atrás dejamos largas jornadas de planificación de actividades y jornadas con el taller, con pocas horas de sueño, hablando de las cosas imposibles, porque de las posibles ya mucho se sabe.

Es mucho lo que tenemos que agradecer como tanta es la gente que creyó en nosotros y seguirá creyendo. Nuestra gratitud a la gente del Ministerio de Educación y Cultura y, muy especialmente, también a Leonardo y Gabriel de la Fundación Quebracho, que todavía se siguen riendo de la primera vez que llegamos a Cerro de las Cuentas a dedo. También es imperioso agradecer en este último taller al diputado Sergio Botana, que también nos dio una mano de forma incondicional para poder llegar a Cerro de las Cuentas.
Por si fuera poco, en este último taller que dimos por el año volvimos a hacer otra cacería fotográfica, aunque esta vez tan sólo usarían un marco de cartulina de 50x60 que representaría una gran placa fotográfica y tendrían como ejercicio buscar imágenes y plasmarlas en estos cuadros reales. Una vez que el equipo terminara de encontrar sus imágenes, debía esperar que los demás terminararan marcando sus fotos con una caña, y preparar un texto breve sobre esas fotos tomadas, para luego comentarlas y discutirlas entre todos.
Tomaron fotos del tajamar, de los caballos, del pasiaje, y en algunos de los casos, hasta se animaron a recrear escenas con sus hijos haciéndolos posar, agregando imaginación y arte a sus fotos. Cabe resaltar de esta dinámica, como en las anteriores que se realizaron, la muy buena disposición para trabajar en equipos.
Ya sobre las seis y media de la tarde y empachados de una jornada con muchas dinámicas, nos juntamos para ver una película. Esta vez le tocó el turno a un filme de Tim Burton, Big Fish. Excepcional desde todo punto de vista, aunque con un manejo de la fotografía bastante visto y que marca un estilo repetido de las películas hollywoodenses. A diferencia de la anterior que habíamos proyectado, de Majid Majidi, ésta no los cautivó demasiado. Quizá también porque esta vez faltaron los buñuelos de La Gladys para acompañar la película... Vaya uno a saber, ¿no?